Te despiertas con la nariz taponada. Estornudas por la mañana sin haber salido de casa. Sientes picor en los ojos o la garganta, pero no estás resfriado.
¿Te suena? Podrías estar conviviendo con un enemigo invisible: los ácaros del polvo.
¿Qué son los ácaros del polvo?
Los ácaros son organismos microscópicos que viven en colchones, almohadas, sofás, peluches y alfombras. Se alimentan de escamas de piel humana y prosperan en ambientes cálidos y húmedos.
Lo que provoca la alergia no es el ácaro en sí, sino las proteínas presentes en sus excrementos y restos.
Principales síntomas de la alergia a los ácaros
No todos los síntomas aparecen juntos, pero si te identificas con varios de ellos, conviene prestar atención:
Congestión nasal, especialmente al despertar
Estornudos frecuentes
Picor de nariz, ojos o garganta
Ojos llorosos o irritados
Tos seca o sensación de ahogo
Empeoramiento de los síntomas por la noche o al hacer la cama
Fatiga (derivada de un mal descanso)
¿Cuándo sospechar que tienes alergia a los ácaros?
Hay señales que delatan que no se trata de un simple resfriado:
Tus síntomas mejoran fuera de casa (por ejemplo, de vacaciones)
No tienes fiebre
Te notas peor al limpiar o sacudir sábanas
Vives en un entorno con humedad, textiles o poca ventilación
¿Cómo se diagnostica la alergia a los ácaros?
La forma más precisa es mediante pruebas de alergia que realiza un especialista en alergología:
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Pruebas cutáneas (prick test): se aplica un extracto del alérgeno en la piel y se observa la reacción.
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Análisis de sangre (IgE específica): detecta anticuerpos frente a ácaros.
Consejo: Si tus síntomas son frecuentes o afectan a tu descanso, consulta con un alergólogo. Un diagnóstico claro te permitirá tomar medidas eficaces.
¿Qué hacer si tengo alergia a los ácaros?
La buena noticia es que puedes reducir los síntomas sin necesidad de medicarte a diario:
Usa fundas antiácaros certificadas para colchón y almohada. Son la primera línea de defensa.
Ventila bien la habitación cada mañana.
Lava la ropa de cama a 60 °C cada semana.
Evita peluches y alfombras en el dormitorio.
Controla la humedad con deshumidificadores o aire acondicionado.
Valora purificadores de aire si vives en zonas húmedas o mal ventiladas.
¿Y si no hago nada?
Los síntomas pueden cronificarse o derivar en problemas respiratorios más serios, como asma. Además, vivir con congestión crónica afecta al descanso, al rendimiento y al estado de ánimo.
En resumen
Si te despiertas cada día congestionado, estornudas en tu propia cama o vives con fatiga constante… no es normal.
La alergia a los ácaros es muy común, pero también muy controlable. Y el primer paso es saber si la tienes.